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Poesía

 

 

 

Este frío no es un frío serio

Este frío no es un frío serio inscribe una voz poética que hace, entre varias cosas, un registro de instancias específicas que apelan a la colorimetría posible de la vigilia: ¿Viste un fuego azul alguna vez?, y a una percepción que deja restos de un ensayo, restos de un ambiente: si vas bajito bien cerca de la tierra se ve gris azulado y verde plata. Instancias que son, incluso, rastreables, pero esto no tiene que ver con una vida que se pone en versos, sino que con el lenguaje que construye la maternidad de un suceso; voces que instalan una acentuación beligerante porque los lenguajes también huelen a las batallas que dieron. La voz poética toma hallazgos de otros tiempos (como el reconocimiento de que casi ninguna chica de un pueblo de la provincia de Buenos Aires quería hacer de esclava o de una dama prolija con moñito en actos escolares, sino que querían ser próceres y no solo eso:querían ser varones), los desmenuza y hace que algo del registro resuene. es decir, no hau una evocación, sino un deslizarse por otras temporalidades (incluso dolorosas) para verlas en su luminosidad (como fenómeno óptico): captar lo que de esas imágenes conocidas le permite a un yo tomar distancia, pero también hacer pie.

Con todo, cuando la voz parece afirmada y frágil en su rememoración, pasa a ser muchas más cosas: menta piperita, aloe vera, naranja y reflexión astronómica y si pudiéramos observar el sol desde la superficie de Venus. Un yo poético que ensaya un yo escénico, partiendo de las voces que interceptan la posibilidad de mutar. En esas instancias de despersonalización, hay una búsqueda por dar cuenta de todo lo que en la lengua no se declara ni se muestra, sino en su construcción: el texto como un hecho lingüístico que sucede delante de los ojos del lector y la lectora. En todo caso, podemos desear comunicarnos con los mecanismos de la menta (una amabilidad hecha de raíces) a aceptar que un texto es más un espacio que un tiempo y ahí, como en unos versos: ¿A dónde irías si solamente pudieras ir a un texto?

Lorena Curruhinca

 

Florensia Forte (Daireaux, 1987). Es profesora en letras (UNS). Trabaja como docente en escuelas secundarias de educación pública. Coordinó talleres de lectura y escritura en la unidad penitenciaria N4 de Bahía Blanca (2012-2016), en el centro de salud comunitaria de Bahía Blanca (2017-2021) y en talleres autogestionados (2018-2019). Cursó la diplomatura en Políticas editoriales y proyecto cultural (UBA). Escribió el prólogo del libro La galeria de los ases, de Gastón Vázquez (Editorial de Sixto, 2020). Integró el teatro estable de Humanidades  (2013.2018), espacio institucional de práctica artística, y formó parte del equipo de Contramarea, encuentro de formación escénica y de militancia cultural (2019-2021) . Actualmente trabaja en el equipo de producción de Contramarea (2022-2023) y se encuentra iniciando una beca doctoral en la Universidad Nacional de sur.

Este frío no es un frío en serio, Florensia Forte

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Este frío no es un frío serio

Este frío no es un frío serio inscribe una voz poética que hace, entre varias cosas, un registro de instancias específicas que apelan a la colorimetría posible de la vigilia: ¿Viste un fuego azul alguna vez?, y a una percepción que deja restos de un ensayo, restos de un ambiente: si vas bajito bien cerca de la tierra se ve gris azulado y verde plata. Instancias que son, incluso, rastreables, pero esto no tiene que ver con una vida que se pone en versos, sino que con el lenguaje que construye la maternidad de un suceso; voces que instalan una acentuación beligerante porque los lenguajes también huelen a las batallas que dieron. La voz poética toma hallazgos de otros tiempos (como el reconocimiento de que casi ninguna chica de un pueblo de la provincia de Buenos Aires quería hacer de esclava o de una dama prolija con moñito en actos escolares, sino que querían ser próceres y no solo eso:querían ser varones), los desmenuza y hace que algo del registro resuene. es decir, no hau una evocación, sino un deslizarse por otras temporalidades (incluso dolorosas) para verlas en su luminosidad (como fenómeno óptico): captar lo que de esas imágenes conocidas le permite a un yo tomar distancia, pero también hacer pie.

Con todo, cuando la voz parece afirmada y frágil en su rememoración, pasa a ser muchas más cosas: menta piperita, aloe vera, naranja y reflexión astronómica y si pudiéramos observar el sol desde la superficie de Venus. Un yo poético que ensaya un yo escénico, partiendo de las voces que interceptan la posibilidad de mutar. En esas instancias de despersonalización, hay una búsqueda por dar cuenta de todo lo que en la lengua no se declara ni se muestra, sino en su construcción: el texto como un hecho lingüístico que sucede delante de los ojos del lector y la lectora. En todo caso, podemos desear comunicarnos con los mecanismos de la menta (una amabilidad hecha de raíces) a aceptar que un texto es más un espacio que un tiempo y ahí, como en unos versos: ¿A dónde irías si solamente pudieras ir a un texto?

Lorena Curruhinca

 

Florensia Forte (Daireaux, 1987). Es profesora en letras (UNS). Trabaja como docente en escuelas secundarias de educación pública. Coordinó talleres de lectura y escritura en la unidad penitenciaria N4 de Bahía Blanca (2012-2016), en el centro de salud comunitaria de Bahía Blanca (2017-2021) y en talleres autogestionados (2018-2019). Cursó la diplomatura en Políticas editoriales y proyecto cultural (UBA). Escribió el prólogo del libro La galeria de los ases, de Gastón Vázquez (Editorial de Sixto, 2020). Integró el teatro estable de Humanidades  (2013.2018), espacio institucional de práctica artística, y formó parte del equipo de Contramarea, encuentro de formación escénica y de militancia cultural (2019-2021) . Actualmente trabaja en el equipo de producción de Contramarea (2022-2023) y se encuentra iniciando una beca doctoral en la Universidad Nacional de sur.