Poesía
Contento con mi tristeza
Contento con mi tristeza, de Ignacio Polo, revisita con ojos de cineasta los detalles más dulces, crudos y deslumbrantes de la poesía confesional. Desde una coca-cola que dulcifica el día hasta una flor repleta de violencia, sus tonos e imágenes nos afectan en buena medida como un recreo continuado: ¿te leo un poema? tengo un libro nuevo.
María Bakun
Los poemas de Ignacio prestan una atención distraída a los milagros cotidianos y nebulosos de la calle en decadencia. Si la atención es una virtud, como la prudencia y la firmeza; y las cosas son en Dios (in Deo), en la naturaleza, Ignacio hace la plancha a los pies de una laguna, recibe la visita de un cardenal amarillo, riega las plantas de su departamento pero también nos dice que ahí no siente una revelación, y entonces unx se pregunta, ¿dónde está la revelación? En sus poemas el misticismo puede estar en una torta de cumpleaños exhibida al público en una heladera, en el rezo a una fracción de sol en la pared o en un superpancho. Prestar atención al mundo requiere una cierta disposición porque en el medio hay que pagar cuentas, reparar cosas en la casa y te pueden romper el corazón. Estar contento con la tristeza quizás sea el resultado de una relación inquietante y serena con la fe en la noche neoliberal de la ciudad.
Agustina Wetzel
Ignacio Polo nació cerca de la medianoche en 1994 en la Ciudad de Corrientes. A los nueve años ganó el primer premio en poesía del certamen literario Saint Patrick College. Estudió dirección de fotografía en Buenos Aires. Dirigió cortometrajes y videoclips. Publicó un fanzine y sus poemas están en una antología. Este es su primer libro de poesía.
Contento con mi tristeza, Ignacio Polo
Poesía
Contento con mi tristeza
Contento con mi tristeza, de Ignacio Polo, revisita con ojos de cineasta los detalles más dulces, crudos y deslumbrantes de la poesía confesional. Desde una coca-cola que dulcifica el día hasta una flor repleta de violencia, sus tonos e imágenes nos afectan en buena medida como un recreo continuado: ¿te leo un poema? tengo un libro nuevo.
María Bakun
Los poemas de Ignacio prestan una atención distraída a los milagros cotidianos y nebulosos de la calle en decadencia. Si la atención es una virtud, como la prudencia y la firmeza; y las cosas son en Dios (in Deo), en la naturaleza, Ignacio hace la plancha a los pies de una laguna, recibe la visita de un cardenal amarillo, riega las plantas de su departamento pero también nos dice que ahí no siente una revelación, y entonces unx se pregunta, ¿dónde está la revelación? En sus poemas el misticismo puede estar en una torta de cumpleaños exhibida al público en una heladera, en el rezo a una fracción de sol en la pared o en un superpancho. Prestar atención al mundo requiere una cierta disposición porque en el medio hay que pagar cuentas, reparar cosas en la casa y te pueden romper el corazón. Estar contento con la tristeza quizás sea el resultado de una relación inquietante y serena con la fe en la noche neoliberal de la ciudad.
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