Poesía
Velocidad bajo el agua
Yo entré a la poesía por el asombro. La primera vez que sentí que lo que estaba leyendo era algo distinto a cualquier cosa que hubiera leído antes, todavía no sabía que esa forma de relación con el lenguaje se llamaba poesía. Fue el asombro la emoción que me indicó: nunca antes te habías cruzado con esto.
Desde entonces, cada vez que me encuentro con un libro de poesía extraordinario, lo primero que siento, nuevamente, es asombro. Como un chico frente a un lagarto o un cuis a la siesta: asombro. La boca abierta. Algo que galopa en el pecho y en las piernas. Algo que te empuja a galopar a vos también. Así fue con Velocidad bajo el agua. Así fue con cada uno de los poemas de Laura Escudero Tobler. De principio a fin un libro que leí con la boca abierta, sin parar a respirar, aunque sí deteniéndome un ratito apenas en alguna de las decenas de imágenes hermosas, perfectas, para poder admirar, absorber y continuar. En cada palabra de estos textos Escudero Tobler va sembrando -como quien tira semillas a la tierra y no le importa si está seca, si es fértil- sucesos grandes o pequeños, que desgrana con las manos y ofrece: son para los demás, no para ella misma, son para que otros brazos los reciban y hagan con ellos lo que quieran, lo que les haga falta. Son semillas estos poemas y lo que contienen -como lo que contiene cualquier semilla o cualquier poema- es incalculable. No sabemos bien qué crecerá de ahí pero sí sabemos al leerlos que queremos esa floración futura, inimaginable, en nuestra vida, esa exuberancia, esa rareza, esa inadecuación al jardín prolijo, esa resistencia porfiada a las podas, a la motosierra.
Si hay vida en la Tierra – y les juro que de verdad lo creo- es porque alguien, en este caso Laura Escudero Tobler, se ocupa de escribir un libro así. El mundo sigue y podrá seguir en pie aunque la podredumbre y el óxido se extiendan porque alguien pone una palabra al lado de la otra y crea el movimiento, el futuro que no se sabe cómo será, el instante espléndido en que las certezas y el hábito y la resignación se derrumban para que algo diferente suceda. Algo que no esperamos, algo que nos sorprende. Lo que está vivo se mueve, ese es el sustento del que se nutre la poesía. Y así nos salva una vez y otra vez de la muerte.
Hay que leer este libro: hay libros que no se pueden dejar pasar y este es uno de ellos, porque está hecho de hermosura y sabiduría y sorpresa. Porque hasta lo amargo en estos poemas destila alegría de vivir y celebración de estar aquí, alertas bajo el cielo inquieto, que ahora nos oscurece, ahora nos ilumina y está bien, siempre está bien que así sea, para que sea posible vivir, amar y escribir, que son actos que se desprenden de lo inesperado y lo anómalo, actos que no se amedrentan, que no capitulan, que son como una pequeñísima llama que hay que soplar cada tanto para que no se apague, para que no se detenga. Bienvenido sea este libro, este soplo que se filtra fresco en medio de lo rancio y lo cerrado, liberador como la risa o el llanto en el momento en que es imperativo reír o llorar para poder seguir camino, limpio el corazón de maleza, limpias las manos del barro cruel del estanque, listas para buscar el cauce del río arisco que siempre se mueve, se mueve.
Claudia Masin
Laura Escudero Tobler es escritora, psicóloga y especialista en promoción de la lectura. Es miembro del Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil (CEDILIJ) y máster en Promoción de la Lectura y Literatura Infantil por la Universidad de Castilla-La Mancha (CEPLI). Ganó dos veces el Premio El Barco de Vapor (Ediciones SM, Argentina) en el 2005 con Encuentro con Flo y en el 2010/11 con El rastro de la serpiente. Ha recibido distintos premios y reconocimientos. Algunos títulos de su autoría son: Alina, maga del mandarino, La noche de las cosas (Babel), Jardín del aire (Portaculturas), y el libro de ensayos Un jardín primitivo. Subjetividades, lecturas y escrituras (Eduvin). Fue Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2015 otorgado por la Fundación Para las Letras Mexicanas y FCE por el libro Ema y el silencio. Su libro Velocidad bajo el agua fue primera mención del Premio Luis de Tejeda de Poesía en el año 2021. Actualmente se dedica a la escritura y la enseñanza en el Nivel Superior.
Velocidad bajo el agua, Laura Escudero Tobler
Poesía
Velocidad bajo el agua
Yo entré a la poesía por el asombro. La primera vez que sentí que lo que estaba leyendo era algo distinto a cualquier cosa que hubiera leído antes, todavía no sabía que esa forma de relación con el lenguaje se llamaba poesía. Fue el asombro la emoción que me indicó: nunca antes te habías cruzado con esto.
Desde entonces, cada vez que me encuentro con un libro de poesía extraordinario, lo primero que siento, nuevamente, es asombro. Como un chico frente a un lagarto o un cuis a la siesta: asombro. La boca abierta. Algo que galopa en el pecho y en las piernas. Algo que te empuja a galopar a vos también. Así fue con Velocidad bajo el agua. Así fue con cada uno de los poemas de Laura Escudero Tobler. De principio a fin un libro que leí con la boca abierta, sin parar a respirar, aunque sí deteniéndome un ratito apenas en alguna de las decenas de imágenes hermosas, perfectas, para poder admirar, absorber y continuar. En cada palabra de estos textos Escudero Tobler va sembrando -como quien tira semillas a la tierra y no le importa si está seca, si es fértil- sucesos grandes o pequeños, que desgrana con las manos y ofrece: son para los demás, no para ella misma, son para que otros brazos los reciban y hagan con ellos lo que quieran, lo que les haga falta. Son semillas estos poemas y lo que contienen -como lo que contiene cualquier semilla o cualquier poema- es incalculable. No sabemos bien qué crecerá de ahí pero sí sabemos al leerlos que queremos esa floración futura, inimaginable, en nuestra vida, esa exuberancia, esa rareza, esa inadecuación al jardín prolijo, esa resistencia porfiada a las podas, a la motosierra.
Si hay vida en la Tierra – y les juro que de verdad lo creo- es porque alguien, en este caso Laura Escudero Tobler, se ocupa de escribir un libro así. El mundo sigue y podrá seguir en pie aunque la podredumbre y el óxido se extiendan porque alguien pone una palabra al lado de la otra y crea el movimiento, el futuro que no se sabe cómo será, el instante espléndido en que las certezas y el hábito y la resignación se derrumban para que algo diferente suceda. Algo que no esperamos, algo que nos sorprende. Lo que está vivo se mueve, ese es el sustento del que se nutre la poesía. Y así nos salva una vez y otra vez de la muerte.
Hay que leer este libro: hay libros que no se pueden dejar pasar y este es uno de ellos, porque está hecho de hermosura y sabiduría y sorpresa. Porque hasta lo amargo en estos poemas destila alegría de vivir y celebración de estar aquí, alertas bajo el cielo inquieto, que ahora nos oscurece, ahora nos ilumina y está bien, siempre está bien que así sea, para que sea posible vivir, amar y escribir, que son actos que se desprenden de lo inesperado y lo anómalo, actos que no se amedrentan, que no capitulan, que son como una pequeñísima llama que hay que soplar cada tanto para que no se apague, para que no se detenga. Bienvenido sea este libro, este soplo que se filtra fresco en medio de lo rancio y lo cerrado, liberador como la risa o el llanto en el momento en que es imperativo reír o llorar para poder seguir camino, limpio el corazón de maleza, limpias las manos del barro cruel del estanque, listas para buscar el cauce del río arisco que siempre se mueve, se mueve.
Claudia Masin
Laura Escudero Tobler es escritora, psicóloga y especialista en promoción de la lectura. Es miembro del Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil (CEDILIJ) y máster en Promoción de la Lectura y Literatura Infantil por la Universidad de Castilla-La Mancha (CEPLI). Ganó dos veces el Premio El Barco de Vapor (Ediciones SM, Argentina) en el 2005 con Encuentro con Flo y en el 2010/11 con El rastro de la serpiente. Ha recibido distintos premios y reconocimientos. Algunos títulos de su autoría son: Alina, maga del mandarino, La noche de las cosas (Babel), Jardín del aire (Portaculturas), y el libro de ensayos Un jardín primitivo. Subjetividades, lecturas y escrituras (Eduvin). Fue Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2015 otorgado por la Fundación Para las Letras Mexicanas y FCE por el libro Ema y el silencio. Su libro Velocidad bajo el agua fue primera mención del Premio Luis de Tejeda de Poesía en el año 2021. Actualmente se dedica a la escritura y la enseñanza en el Nivel Superior.
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