Poesía
Oro verde
Una historia serpentea en estos poemas, nutrida de otras historias. Pero ese eje movedizo no es argumental sino que se proyecta desde la voz clara y definida de Ohuanta Salazar, que como un río avanza llevando en su corriente lo que se aparece a su paso: la memoria de un éxodo, amores y desamores de juventud, el tesoro de la amistad, conocimientos físicos y matemáticos que funcionan como metáforas de la existencia entera, y tanto más. Ese río, esa voz, parte del norte jujeño y atraviesa el litoral hacia dónde se dirige con cierta fascinación en el primer poema: Vi el cartel de la ruta 11. ĺbamos de Paraná/a Diamante con diecisiete años/ y nuestro primer amor. El sol sobre el campo/dijo también Oro y Verde, quise parar ahí, atardecía. Oro Verde, este pueblo hospitalario de Entre Ríos, con nombre alquímico, funciona de espejo familiar porque en él, como en la intimidad de un hogar, no hay llaves ni desconocidos. En estos versos, la tucumana Ohuanta Salazar-sin dudas, uno de los nombres más resonantes de su generación dentro de la poesía argentina- traza líneas paralelas entre una historia natal y otra que va tomando forma a medida que leemos Oro Verde, un libro en el que chispazos de vida de aquí y allá, se corresponden como puntos equidistantes en el espacio y en el tiempo. Un sentido poético profundo es lanzado desde el arranque como una flecha que llega limpia hasta la última página; una atmósfera, una lengua que abreva del norte y del este sus modismos y su sangre, una cadencia, una musicalidad: elementos conjugados que no transgreden en ningún momento los límites del universo que construyen. Y el resultado es una escritura casi prístina —y no por eso menos misteriosa—, de destacable delicadeza. Con un telescopio o a través del ojo del poema, Ohuanta nos invita a mirar el mismo objeto más allá de los avatares de los distintos procedimientos: Acaso la ciencia/ es buscar y buscar donde no sabemos y la poesía/es amar algo que no alcanzamos, dice.
Paula Jiménez España
Ohuanta Salazar. Nació en 1975 en San Miguel de Tucumán, creció en San Salvador de Jujuy donde se formó como Técnica Química, cursó Bioingeniería en Oro Verde, provincia de Entre Ríos, y actualmente reside en Buenos Aires.
Publicó Patios de Obanta, relatos (2017, Tahiel); La Revancha de mis Pedazos, poemas (2018, Tersites); Parada Obanta, poemas (2022, Tren Instantáneo).
Fue seleccionada para integrar las antologías: Homenaje a Nicanor Parra (2018, Centro Chileno O'Higgins); Bardos y Desbordes II (2019, Tersites); Antología Poetas de Tucumán 1960-1990 (2021, Humanitas FFyL UNT); Niñez (2023, Camalote); PNU: Poesía de Necesidad y Urgencia (2024, Poetas resistiendo); Toda Poesía es hostil al Anarco- Capitalismo (2024, Pixel).
Oro verde, Ohuanta Salazar
Poesía
Oro verde
Una historia serpentea en estos poemas, nutrida de otras historias. Pero ese eje movedizo no es argumental sino que se proyecta desde la voz clara y definida de Ohuanta Salazar, que como un río avanza llevando en su corriente lo que se aparece a su paso: la memoria de un éxodo, amores y desamores de juventud, el tesoro de la amistad, conocimientos físicos y matemáticos que funcionan como metáforas de la existencia entera, y tanto más. Ese río, esa voz, parte del norte jujeño y atraviesa el litoral hacia dónde se dirige con cierta fascinación en el primer poema: Vi el cartel de la ruta 11. ĺbamos de Paraná/a Diamante con diecisiete años/ y nuestro primer amor. El sol sobre el campo/dijo también Oro y Verde, quise parar ahí, atardecía. Oro Verde, este pueblo hospitalario de Entre Ríos, con nombre alquímico, funciona de espejo familiar porque en él, como en la intimidad de un hogar, no hay llaves ni desconocidos. En estos versos, la tucumana Ohuanta Salazar-sin dudas, uno de los nombres más resonantes de su generación dentro de la poesía argentina- traza líneas paralelas entre una historia natal y otra que va tomando forma a medida que leemos Oro Verde, un libro en el que chispazos de vida de aquí y allá, se corresponden como puntos equidistantes en el espacio y en el tiempo. Un sentido poético profundo es lanzado desde el arranque como una flecha que llega limpia hasta la última página; una atmósfera, una lengua que abreva del norte y del este sus modismos y su sangre, una cadencia, una musicalidad: elementos conjugados que no transgreden en ningún momento los límites del universo que construyen. Y el resultado es una escritura casi prístina —y no por eso menos misteriosa—, de destacable delicadeza. Con un telescopio o a través del ojo del poema, Ohuanta nos invita a mirar el mismo objeto más allá de los avatares de los distintos procedimientos: Acaso la ciencia/ es buscar y buscar donde no sabemos y la poesía/es amar algo que no alcanzamos, dice.
Paula Jiménez España
Ohuanta Salazar. Nació en 1975 en San Miguel de Tucumán, creció en San Salvador de Jujuy donde se formó como Técnica Química, cursó Bioingeniería en Oro Verde, provincia de Entre Ríos, y actualmente reside en Buenos Aires.
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