Narrativa
Nada de lirismo
En un libro que ha resistido el tiempo, las masacres policíacas y también las lecturas de la cátedra, la abanderada de los hundibles firmó que hay pobres porque hay ricos. Ana Arzoumanian titula el presente volumen con una cita del referido texto. “Nada de lirismo” explora una antigua y permanente violencia: la política y la sexual.
En los últimos años, menos ambiciosos que sinceros, sabios de todas las menas hubo que se retiraron a la selva o al confort de una beca, para revisar su juventud fatua, el comercio con las mujeres o con sus familias nucleares y si un libro supone tener un acervo (del erario) y usarlo deficientemente; los anaqueles y los suplementos culturales han dado cuenta de diversos intentos donde se abordan el exilio, la sexualidad y la militancia territorial (bonaerense). Es bien sabido dónde termina la tierra del país (el country, las plantaciones, el forraje), un rincón, una fábrica (un banco, una tasa), una lengua (otra posesión) y las exhortaciones piadosas del progresismo planetario nativo a integrarse en paz (habitar la lengua, en jerga bachiller).
Mediante una colérica asunción del lenguaje —con tizne y sangre (propia y ajena) mas no enlodado, nunca intruso en el pueblo—, la dicente y protagonista de la novela, repasa ante un eventual lector, el curso de sus días (el deseo, la perversión y la desobediencia como razón práctica extrema) en la clara noción de que no es posible un margen de libertad si no se liberan la conciencia y los cuerpos. Una valla se puede trasponer saltándola o pasando por debajo; en la novela no hay hilo de Ariadna, por usar una metáfora en boga, leguleya, sintomática (sólo un muñón aparecido y una hebra): siempre se abandona algo propio al ocupar un territorio. ¿O acaso contar una historia (sus terrores, traiciones, afanes y derrotas) se trata de una labor científica, ajena a una tendencia?
Ana Arzoumanian nació en Buenos Aires, Argentina. De formación, abogada; poeta, ensayista y traductora. Publicó los libros de poesía: “Labios”, “Debajo de la piedra”, “El ahogadero”, “Cuando todo acabe todo acabará”, “Káukasos”, “La Jesenská”; las novelas “La mujer de ellos”, “Mar Negro”; los relatos “La granada”, “Mía”, “Juana I”, “Del vodka hecho con moras”, “Infieles”; y los ensayos “El depósito humano: una geografía de la desaparición”; “Hacer violencia. El régimen insurrecto en el arte”; “La guerra es un verbo”. Rodó en Armenia y en Argentina el documental “A. Diálogo sin fronteras” sobre genocidio y desaparición de personas con la dirección de Ignacio Dimattia. El guion de la película se ha publicado bajo el título “Diálogos, identidades y posconflicto”, Ignacio Dimattia e Irene Duffard compiladores. Rodó el documental “Acá y acullá” bajo la dirección de Hernán Khourian en Buenos Aires, sobre identidades diaspóricas.
Nada de lirismo, Ana Arzoumanian
Narrativa
Nada de lirismo
En un libro que ha resistido el tiempo, las masacres policíacas y también las lecturas de la cátedra, la abanderada de los hundibles firmó que hay pobres porque hay ricos. Ana Arzoumanian titula el presente volumen con una cita del referido texto. “Nada de lirismo” explora una antigua y permanente violencia: la política y la sexual.
En los últimos años, menos ambiciosos que sinceros, sabios de todas las menas hubo que se retiraron a la selva o al confort de una beca, para revisar su juventud fatua, el comercio con las mujeres o con sus familias nucleares y si un libro supone tener un acervo (del erario) y usarlo deficientemente; los anaqueles y los suplementos culturales han dado cuenta de diversos intentos donde se abordan el exilio, la sexualidad y la militancia territorial (bonaerense). Es bien sabido dónde termina la tierra del país (el country, las plantaciones, el forraje), un rincón, una fábrica (un banco, una tasa), una lengua (otra posesión) y las exhortaciones piadosas del progresismo planetario nativo a integrarse en paz (habitar la lengua, en jerga bachiller).
Mediante una colérica asunción del lenguaje —con tizne y sangre (propia y ajena) mas no enlodado, nunca intruso en el pueblo—, la dicente y protagonista de la novela, repasa ante un eventual lector, el curso de sus días (el deseo, la perversión y la desobediencia como razón práctica extrema) en la clara noción de que no es posible un margen de libertad si no se liberan la conciencia y los cuerpos. Una valla se puede trasponer saltándola o pasando por debajo; en la novela no hay hilo de Ariadna, por usar una metáfora en boga, leguleya, sintomática (sólo un muñón aparecido y una hebra): siempre se abandona algo propio al ocupar un territorio. ¿O acaso contar una historia (sus terrores, traiciones, afanes y derrotas) se trata de una labor científica, ajena a una tendencia?
Ana Arzoumanian nació en Buenos Aires, Argentina. De formación, abogada; poeta, ensayista y traductora. Publicó los libros de poesía: “Labios”, “Debajo de la piedra”, “El ahogadero”, “Cuando todo acabe todo acabará”, “Káukasos”, “La Jesenská”; las novelas “La mujer de ellos”, “Mar Negro”; los relatos “La granada”, “Mía”, “Juana I”, “Del vodka hecho con moras”, “Infieles”; y los ensayos “El depósito humano: una geografía de la desaparición”; “Hacer violencia. El régimen insurrecto en el arte”; “La guerra es un verbo”. Rodó en Armenia y en Argentina el documental “A. Diálogo sin fronteras” sobre genocidio y desaparición de personas con la dirección de Ignacio Dimattia. El guion de la película se ha publicado bajo el título “Diálogos, identidades y posconflicto”, Ignacio Dimattia e Irene Duffard compiladores. Rodó el documental “Acá y acullá” bajo la dirección de Hernán Khourian en Buenos Aires, sobre identidades diaspóricas.
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