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Poesía

 

Muecas de una voz pájara

Colección Plaza Prohibida

El poeta, la poeta, de pronto se sienten presos en una cárcel de tinta y papel, de barrotes blancos y negros. Así ocurre a esta Mima de Sabrina Usach, gradualmente aguijoneada por el despertar vital y sexual-, pero, en un principio, inmersa aún en el Silencio, porque sólo la voz traerá la liberación. Mima muda que evoca a las sirenas del cuento de Kafka, aquellas que simulaban cantar ante el Ulises ingenuamente atado al mástil y con sus oídos tapados. Abrían desmesuradamente boca y ojos, pero guardando silencio, sólo para acechar el fulgor de la terrible mirada del héroe. Por su parte, la Mima de estos poemas (¿sirena silente?), casi aún en la infancia (y recordemos que infans quiere decir “sin habla”) oye, no obstante, la voz de una anciana y al padre, igualmente mudo. Luego, el jugo/juego de los cuerpos lleva a Mima a despertar y bajo “un cielo escalonado de algodones / sintió allá arriba golpeteos / intermitentes lengüetazos / de palabras son su voz…”. Como el célebre tejón de Lacan, que aislado en su laberinto se perturba ante un silbido cuyo origen ignora, Mima “con su cuerpo algo alado / con piernas rejas cada vez más / abiertas que dan paso a todo” irá abriéndose a la vida, a la voz, al texto. Pero, a modo de sacrificio iniciático, deberá ir sorteando “sílabas impías / morfemas turbadores” / hasta que, incluso con los ojos cerrados, con la mirada también obliterada, escribe. Escribe, por ejemplo, estos versos que ostentan una prematura sabiduría, diestramente encabalgados y con anchas resonancias secretas. Escribe al extremo de consustanciarse con esos trazos impresos y negros que hieren el papel, hasta ser, ella misma, su propio libro, Mima liberada y cada vez más dueña de sí. Entonces, “estiró las alas abrió las páginas / del libro íntimo de sensaciones / antiguas de vida desnuda baila /con plumas escribientes de sueños…”. Y en su vuelo ve cuerpos antiguos, de ella y de otros: lo que antes era su vida –y eso estaba bien- pero que ya no lo es. Porque Mima besa ahora con su rojo pico escritor, libre por fin, al libro que es ella misma. Y canta.

Jorge Ariel Madrazo

Sabrina Usach nació en Mendoza en 1985. Es poeta, narradora y ensayista. Impulsora de proyectos y concursos relacionados con la producción escrita en diferentes escuelas. Publicó Muecas de una voz pájara (Baldíos en la lengua, 2015).

 

Muecas de una voz pájara, Sabrina Usach

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El poeta, la poeta, de pronto se sienten presos en una cárcel de tinta y papel, de barrotes blancos y negros. Así ocurre a esta Mima de Sabrina Usach, gradualmente aguijoneada por el despertar vital y sexual-, pero, en un principio, inmersa aún en el Silencio, porque sólo la voz traerá la liberación. Mima muda que evoca a las sirenas del cuento de Kafka, aquellas que simulaban cantar ante el Ulises ingenuamente atado al mástil y con sus oídos tapados. Abrían desmesuradamente boca y ojos, pero guardando silencio, sólo para acechar el fulgor de la terrible mirada del héroe. Por su parte, la Mima de estos poemas (¿sirena silente?), casi aún en la infancia (y recordemos que infans quiere decir “sin habla”) oye, no obstante, la voz de una anciana y al padre, igualmente mudo. Luego, el jugo/juego de los cuerpos lleva a Mima a despertar y bajo “un cielo escalonado de algodones / sintió allá arriba golpeteos / intermitentes lengüetazos / de palabras son su voz…”. Como el célebre tejón de Lacan, que aislado en su laberinto se perturba ante un silbido cuyo origen ignora, Mima “con su cuerpo algo alado / con piernas rejas cada vez más / abiertas que dan paso a todo” irá abriéndose a la vida, a la voz, al texto. Pero, a modo de sacrificio iniciático, deberá ir sorteando “sílabas impías / morfemas turbadores” / hasta que, incluso con los ojos cerrados, con la mirada también obliterada, escribe. Escribe, por ejemplo, estos versos que ostentan una prematura sabiduría, diestramente encabalgados y con anchas resonancias secretas. Escribe al extremo de consustanciarse con esos trazos impresos y negros que hieren el papel, hasta ser, ella misma, su propio libro, Mima liberada y cada vez más dueña de sí. Entonces, “estiró las alas abrió las páginas / del libro íntimo de sensaciones / antiguas de vida desnuda baila /con plumas escribientes de sueños…”. Y en su vuelo ve cuerpos antiguos, de ella y de otros: lo que antes era su vida –y eso estaba bien- pero que ya no lo es. Porque Mima besa ahora con su rojo pico escritor, libre por fin, al libro que es ella misma. Y canta.

Jorge Ariel Madrazo

Sabrina Usach nació en Mendoza en 1985. Es poeta, narradora y ensayista. Impulsora de proyectos y concursos relacionados con la producción escrita en diferentes escuelas. Publicó Muecas de una voz pájara (Baldíos en la lengua, 2015).