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Narrativa

 

Miss Once

María Pia López escribe con una convicción: hay que refundar la Patria. Miss Once participa de esa convicción (al mismo tiempo trágica y festiva, como corresponde a toda incertidumbre: “Inconmensurable es el ansia de felicidad humana, casi tanto como infinito el dolor del mundo”) y lo hace poniendo una piedra fundacional en Balvanera, Miserere, Once, los nombres con los que, según las épocas, se fue reconociendo la barriada en la que la escritora (personaje de su propia novela) vive.

Contra la Fundación Mítica de Buenos Aires, que Borges localizó en Palermo, el barrio que los habitantes de Once, Constitución y Montserrat elegimos no frecuentar sino bajo amenaza, María Pia López encuentra la posibilidad de felicidad (pero también la de la muerte y la desesperanza) en las calles que el traslado de la Estación del Parque convirtió en el puerto ferroviario en el que desembarcaba la Pampa entera.

Mejor dicho: María Pia no pone una piedra, sino que se pone a cantar el canto de la fundación inmemorial, porque las piedras ya estaban allí como ruinas de una historia pequeña y mal contada, que ella magistralmente teje con las historias pequeñas y nunca contadas de los actuales habitantes del barrio: Beto y Mario, que arreglan celulares; Jenifer, una estudiante de cosmetología que ha quedado embarazada y recurre a los servicios de Elba, una docta vecina y clienta de Mario; Diótima, una prostituta. Miss Once es una demente, trans y alegórica, se nos dice, que lo conoce todo y a quienes todos conocen. Y los inmigrantes judíos, coreanos, dominicanos que pueblan la fantástica arquitectura soñada por italianos aventureros dan a cada centímetro del barrio un toque al mismo tiempo arcaico y futurista.

Que nadie confunda Miss Once con una novela costumbrista o la mera escucha atenta de las voces de la calle. Es una novela callejera, pero lo es en el mismo sentido en que lo es la poesía de Góngora: barroca y cantarina.

Ya he citado un fragmento de la prosa soberbia de María Pia. Citaré otro que explica su amor por el territorio en el que su propia fundación sucede: “en sus calles se ven todos los riesgos y un muestrario a flor de piel del daño”.

Gracias a Miss Once y a la prosa oceánica (onceánica) de María Pia, los lectores de otros barrios somos arrastrados hacia “el entusiasmo por la fundación de libertades”.

 

Daniel Link

 

María Pia López Socióloga, ensayista, escritora. Se doctoró en Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires. Allí y en otras universidades da clases. Trabaja en la Biblioteca Nacional, en el Museo del libro y de la lengua. Sus últimos libros son Hacia la vida intensa. Una historia de la sensibilidad vitalista (Eudeba, 2010) y las novelas No tengo tiempo (Paradiso, 2010), Habla Clara (Paradiso, 2010) y Teatro de operaciones (Paradiso, 2013).

 

 

Miss Once, María Pía López.

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María Pia López escribe con una convicción: hay que refundar la Patria. Miss Once participa de esa convicción (al mismo tiempo trágica y festiva, como corresponde a toda incertidumbre: “Inconmensurable es el ansia de felicidad humana, casi tanto como infinito el dolor del mundo”) y lo hace poniendo una piedra fundacional en Balvanera, Miserere, Once, los nombres con los que, según las épocas, se fue reconociendo la barriada en la que la escritora (personaje de su propia novela) vive.

Contra la Fundación Mítica de Buenos Aires, que Borges localizó en Palermo, el barrio que los habitantes de Once, Constitución y Montserrat elegimos no frecuentar sino bajo amenaza, María Pia López encuentra la posibilidad de felicidad (pero también la de la muerte y la desesperanza) en las calles que el traslado de la Estación del Parque convirtió en el puerto ferroviario en el que desembarcaba la Pampa entera.

Mejor dicho: María Pia no pone una piedra, sino que se pone a cantar el canto de la fundación inmemorial, porque las piedras ya estaban allí como ruinas de una historia pequeña y mal contada, que ella magistralmente teje con las historias pequeñas y nunca contadas de los actuales habitantes del barrio: Beto y Mario, que arreglan celulares; Jenifer, una estudiante de cosmetología que ha quedado embarazada y recurre a los servicios de Elba, una docta vecina y clienta de Mario; Diótima, una prostituta. Miss Once es una demente, trans y alegórica, se nos dice, que lo conoce todo y a quienes todos conocen. Y los inmigrantes judíos, coreanos, dominicanos que pueblan la fantástica arquitectura soñada por italianos aventureros dan a cada centímetro del barrio un toque al mismo tiempo arcaico y futurista.

Que nadie confunda Miss Once con una novela costumbrista o la mera escucha atenta de las voces de la calle. Es una novela callejera, pero lo es en el mismo sentido en que lo es la poesía de Góngora: barroca y cantarina.

Ya he citado un fragmento de la prosa soberbia de María Pia. Citaré otro que explica su amor por el territorio en el que su propia fundación sucede: “en sus calles se ven todos los riesgos y un muestrario a flor de piel del daño”.

Gracias a Miss Once y a la prosa oceánica (onceánica) de María Pia, los lectores de otros barrios somos arrastrados hacia “el entusiasmo por la fundación de libertades”.

 

Daniel Link

 

María Pia López Socióloga, ensayista, escritora. Se doctoró en Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires. Allí y en otras universidades da clases. Trabaja en la Biblioteca Nacional, en el Museo del libro y de la lengua. Sus últimos libros son Hacia la vida intensa. Una historia de la sensibilidad vitalista (Eudeba, 2010) y las novelas No tengo tiempo (Paradiso, 2010), Habla Clara (Paradiso, 2010) y Teatro de operaciones (Paradiso, 2013).