Relatos
Hotel Pelícano
Los relatos de Agustín Caldaroni estallan a la manera de las figuras que se forman
dentro de un caleidoscopio, ese objeto tan complejo y antiguo como un libro. Se despliegan en hipnóticas escenas que van desde La Paz (Bolivia) al Tokio de la música electrónica y la realidad virtual; del Madrid de las vanguardias en los albores del siglo XX, a un conurbano extrañado. La prosa de estos relatos remite por momentos al mejor Bolaño (Café́ Pombo, La última noche de Goldie) o al más radical Bizzio (Hotel Pelícano, Esta noche Papirri en Tokio). Los personajes padecen de una incomodidad que a veces se transforma en conmoción, en un estado enfermizo. Fogwill decía: nada peor que estar enfermo de literatura. Pero en este caso: nada mejor para la literatura que estar enfermo de ella. También en alguna parte de “Berlín Alexanderplatz”, Fassbinder afirmaba que estar enfermo de los nervios no era estar enfermo. Por eso, en estos relatos, el estado de incomodidad o de enfermedad, se traduce en un eterno verano de ocio y hastío, un anhelo por el deseo de la experiencia porque, como ya sabemos, la vida está en otra parte pero también, en esa infinita posibilidad que nos ofrecen algunos libros: vivir la vida de los otros.
Catón
Agustín Caldaroni nació en 1985, en Buenos Aires. Publicó una colección de poemas, La razón bárbara, (2017), Editorial Lisboa. Y el libro de relatos, Nuestra verdadera sangre, (2019), Palabras Amarillas.
Hotel Pelícano, Agustín Caldaroni
Relatos
Hotel Pelícano
Los relatos de Agustín Caldaroni estallan a la manera de las figuras que se forman
dentro de un caleidoscopio, ese objeto tan complejo y antiguo como un libro. Se despliegan en hipnóticas escenas que van desde La Paz (Bolivia) al Tokio de la música electrónica y la realidad virtual; del Madrid de las vanguardias en los albores del siglo XX, a un conurbano extrañado. La prosa de estos relatos remite por momentos al mejor Bolaño (Café́ Pombo, La última noche de Goldie) o al más radical Bizzio (Hotel Pelícano, Esta noche Papirri en Tokio). Los personajes padecen de una incomodidad que a veces se transforma en conmoción, en un estado enfermizo. Fogwill decía: nada peor que estar enfermo de literatura. Pero en este caso: nada mejor para la literatura que estar enfermo de ella. También en alguna parte de “Berlín Alexanderplatz”, Fassbinder afirmaba que estar enfermo de los nervios no era estar enfermo. Por eso, en estos relatos, el estado de incomodidad o de enfermedad, se traduce en un eterno verano de ocio y hastío, un anhelo por el deseo de la experiencia porque, como ya sabemos, la vida está en otra parte pero también, en esa infinita posibilidad que nos ofrecen algunos libros: vivir la vida de los otros.
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Agustín Caldaroni nació en 1985, en Buenos Aires. Publicó una colección de poemas, La razón bárbara, (2017), Editorial Lisboa. Y el libro de relatos, Nuestra verdadera sangre, (2019), Palabras Amarillas.
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