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Infancias / Juvenil

 

 

 

Esa tal crisis

Anahí tiene 5 años en diciembre de 2001. Percibe que los sonidos cambian en la calle y las caras cambian en su casa. A su alrededor, todo habla de “la crisis”. Ella no sabe si esa tal crisis es una enfermedad mocosa, un monstruo que come presidentes, un señor malo que quiere cerrar la fábrica donde trabaja su papá o un montón de abuelas ansiosas con cucharones en la mano. Anahí quiere entender qué pasa, qué es eso que lo inunda todo.

Cuando tenés 5 años, es difuso lo que es un país, qué lo define: ¿un gobierno, la geografía, las costumbres, la gente, sus recursos? Anahí estaba ocupada en otras cosas, siendo niña, pero de pronto a su alrededor crece la incertidumbre, la desesperanza, y ella presta atención. ¿Qué es lo que amenaza al país? ¿Cómo se entiende el hambre? Anahí escucha, pregunta, está llena de dudas. Pero detrás de su merienda con tortas fritas, de algo está segura: ella es el pueblo, y el pueblo no se va.

Parte de acompañarte, crianza lectora, es acercarte la historia reciente, que entrama las vidas de quienes no estaban ahí cuando las cosas pasaron, pero venían llegando.

Texto de Lucía Aita. Ilustraciones de Camila Mack.

 

Lucía Aita. Mi nombre es Lucía, para mis amigues soy Lu y para mi familia, Lula. Para mí, desde muy muy chiquita las letras y palabras son algo especial. Leía cada librito, cartel o etiqueta que se cruzaba en mi camino con una fascinación hipnótica y la pasión de una detective intentando desentrañar lo que se puede esconder en las letras. También escuchaba con atención si Ixs más grandes decían alguna palabrita que no hubiese escuchado nunca. Así, fui desenmarañando qué palabras eran más dichas con tono de preocupación, cuáles se susurraban por ser prohibidas, cuáles sonaban más juguetonas... De esa intriga sobre los poderes de lo que decimos y no decimos surge este cuento.

Y también nace de una época, el 2001 y el 2002, en la que yo era una niña y que fue tan confusa como potente. Fueron años en los que hubo tanta alegría y acción colectiva como miedo, hambre y preguntas sobre el futuro. Hay partes de lo que se cuenta que han sucedido, otros fragmentos son algo engañosos, como los recuerdos, y muchos son imaginados, como los sueños. Espero que mis palabras arrastren un poco de lo lindo y potente que es lo vivido colectivamente, pero que también dejen la puerta abierta para poder inventar un nuevo final.

Camila Mack. El cartel que tengo pegado en la pared de mi cuarto me recuerda "Imprimir es desear". Lo miro fijo mientras pienso en cómo contarles un poquito sobre mí. Me llamo Camila y me gusta que me digan Cam. Es-tampar cositas en papel es lo que ocupa gran parte de mi tiempo, es algo que disfruto y de lo que trabajo. El grabado es parte de mi vida de grande, parte de sentirme en casa cada vez que sostengo una gubia y puedo jugar con la tinta en mi piel.

Atravesar este libro fue reencontrarme con aquella niña que jugaba en el parque con pasto y crayones y acercarle un poquito de tinta para que siga jugando, pero esta vez sobre papeles que después se imprimen en cantidades enoooormes.

Y se cosen, 

y se pegan, 

y forman este libro que tanto ustedes como yo tenemos la suerte de poder abrazar.

No se asusten si no saben qué es una crisis. Les cuento un secreto: ¡ni nosotrxs sabemos! Sólo las transitamos, aprendemos y las atravesamos con amor y paciencia.

Esa tal crisis, Lucía Aita y Camila Mack

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Esa tal crisis

Anahí tiene 5 años en diciembre de 2001. Percibe que los sonidos cambian en la calle y las caras cambian en su casa. A su alrededor, todo habla de “la crisis”. Ella no sabe si esa tal crisis es una enfermedad mocosa, un monstruo que come presidentes, un señor malo que quiere cerrar la fábrica donde trabaja su papá o un montón de abuelas ansiosas con cucharones en la mano. Anahí quiere entender qué pasa, qué es eso que lo inunda todo.

Cuando tenés 5 años, es difuso lo que es un país, qué lo define: ¿un gobierno, la geografía, las costumbres, la gente, sus recursos? Anahí estaba ocupada en otras cosas, siendo niña, pero de pronto a su alrededor crece la incertidumbre, la desesperanza, y ella presta atención. ¿Qué es lo que amenaza al país? ¿Cómo se entiende el hambre? Anahí escucha, pregunta, está llena de dudas. Pero detrás de su merienda con tortas fritas, de algo está segura: ella es el pueblo, y el pueblo no se va.

Parte de acompañarte, crianza lectora, es acercarte la historia reciente, que entrama las vidas de quienes no estaban ahí cuando las cosas pasaron, pero venían llegando.

Texto de Lucía Aita. Ilustraciones de Camila Mack.

 

Lucía Aita. Mi nombre es Lucía, para mis amigues soy Lu y para mi familia, Lula. Para mí, desde muy muy chiquita las letras y palabras son algo especial. Leía cada librito, cartel o etiqueta que se cruzaba en mi camino con una fascinación hipnótica y la pasión de una detective intentando desentrañar lo que se puede esconder en las letras. También escuchaba con atención si Ixs más grandes decían alguna palabrita que no hubiese escuchado nunca. Así, fui desenmarañando qué palabras eran más dichas con tono de preocupación, cuáles se susurraban por ser prohibidas, cuáles sonaban más juguetonas... De esa intriga sobre los poderes de lo que decimos y no decimos surge este cuento.

Y también nace de una época, el 2001 y el 2002, en la que yo era una niña y que fue tan confusa como potente. Fueron años en los que hubo tanta alegría y acción colectiva como miedo, hambre y preguntas sobre el futuro. Hay partes de lo que se cuenta que han sucedido, otros fragmentos son algo engañosos, como los recuerdos, y muchos son imaginados, como los sueños. Espero que mis palabras arrastren un poco de lo lindo y potente que es lo vivido colectivamente, pero que también dejen la puerta abierta para poder inventar un nuevo final.

Camila Mack. El cartel que tengo pegado en la pared de mi cuarto me recuerda "Imprimir es desear". Lo miro fijo mientras pienso en cómo contarles un poquito sobre mí. Me llamo Camila y me gusta que me digan Cam. Es-tampar cositas en papel es lo que ocupa gran parte de mi tiempo, es algo que disfruto y de lo que trabajo. El grabado es parte de mi vida de grande, parte de sentirme en casa cada vez que sostengo una gubia y puedo jugar con la tinta en mi piel.

Atravesar este libro fue reencontrarme con aquella niña que jugaba en el parque con pasto y crayones y acercarle un poquito de tinta para que siga jugando, pero esta vez sobre papeles que después se imprimen en cantidades enoooormes.

Y se cosen, 

y se pegan, 

y forman este libro que tanto ustedes como yo tenemos la suerte de poder abrazar.

No se asusten si no saben qué es una crisis. Les cuento un secreto: ¡ni nosotrxs sabemos! Sólo las transitamos, aprendemos y las atravesamos con amor y paciencia.