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Poesía

 

 

 

En el pabellón de la oreja, 14 poetas contemporánexs

En el pabellón de la oreja, antología que pretende producir una muestra posible del estado de la poesía contemporánea argentina, escrita por jóvenes poetas de menos de 35 años, recorta y escenifica algo de ese cruce del campo de batalla propio del lenguaje poético que John Berger tan hermosamente describe. Un campo de batalla cuya agonía (“lucha, combate”, pero también “angustia y congoja”) es una suerte de estado de escucha, de una escucha que, siguiendo a Berger, presta sus sentidos a aquel o aquello que nos habla, y cuyas palabras no están en el centro de la escena de la batalla, sino más bien en sus bordes, en sus márgenes, en esas zonas a las que los Relatos de las Narraciones no les prestan atención.

Ese estado de escucha de murmullos, restos y pedazos de lenguaje, que emergen de las zonas descartadas por los discursos del poder, es precisamente el estado donde la poesía, o la mejor poesía, debería conducirnos. Indiferentes a la victoria y a la derrota, lo que los poemas nos dicen es que lo importante está en otro lado: en una suerte de tránsito o trance que nunca sabemos dónde ni cómo empieza o termina. Abrir el oído a ese otro lado es un rasgo que aglutina las voces de estxs 14 poetas para producir un estado de escucha que es a la vez sonoro, afectivo y espiritual.

 

En el pabellón de la oreja, 14 poetas contemporánexs, AA. VV.

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En el pabellón de la oreja, 14 poetas contemporánexs

En el pabellón de la oreja, antología que pretende producir una muestra posible del estado de la poesía contemporánea argentina, escrita por jóvenes poetas de menos de 35 años, recorta y escenifica algo de ese cruce del campo de batalla propio del lenguaje poético que John Berger tan hermosamente describe. Un campo de batalla cuya agonía (“lucha, combate”, pero también “angustia y congoja”) es una suerte de estado de escucha, de una escucha que, siguiendo a Berger, presta sus sentidos a aquel o aquello que nos habla, y cuyas palabras no están en el centro de la escena de la batalla, sino más bien en sus bordes, en sus márgenes, en esas zonas a las que los Relatos de las Narraciones no les prestan atención.

Ese estado de escucha de murmullos, restos y pedazos de lenguaje, que emergen de las zonas descartadas por los discursos del poder, es precisamente el estado donde la poesía, o la mejor poesía, debería conducirnos. Indiferentes a la victoria y a la derrota, lo que los poemas nos dicen es que lo importante está en otro lado: en una suerte de tránsito o trance que nunca sabemos dónde ni cómo empieza o termina. Abrir el oído a ese otro lado es un rasgo que aglutina las voces de estxs 14 poetas para producir un estado de escucha que es a la vez sonoro, afectivo y espiritual.