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No Ficción 

 

 

 

El archivo del este

Más que el archivo del que se ocupa, quien se desplaza es ella. Irina Garbatzky al rescate de uno de los territorios de la literatura cubana más interesantes y desafiantes, no importa si conocidos o no, desvinculados y descatalogados por el simple hecho del desplazamiento. Territorio cubano del Este que, en vez de isla rodeada de agua, supone masa continental rodeada de cachivaches, desechos, tierra ideológica por doquier. La parábola de nombres procesados a destiempo incluye a Alejo Carpentier, Virgilio Piñera, Antonio José Ponte, Reina María Rodríguez, Carlos Alberto Aguilera y hasta algún espécimen de la Generación Cero. Nombres que pertenecen a varias generaciones. Un territorio político-filosófico-literario que se despliega hacia cardinales de incesantes huidas estéticas y geográficas, y que necesita, incluso consiguiendo también lo contrario, no pertenecer. Desde una posición activa y exorbitada por lo atractivo del monstruo (criatura viva, rabiosa, tan enferma como bella), Irina Garbatzky ordena, archiva, devora y regurgita toda esa literatura oriental en forma de inmensa bola kafkiana. 

Legna Rodríguez Iglesias

 

El archivo del este, Irina Garbatzky

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Más que el archivo del que se ocupa, quien se desplaza es ella. Irina Garbatzky al rescate de uno de los territorios de la literatura cubana más interesantes y desafiantes, no importa si conocidos o no, desvinculados y descatalogados por el simple hecho del desplazamiento. Territorio cubano del Este que, en vez de isla rodeada de agua, supone masa continental rodeada de cachivaches, desechos, tierra ideológica por doquier. La parábola de nombres procesados a destiempo incluye a Alejo Carpentier, Virgilio Piñera, Antonio José Ponte, Reina María Rodríguez, Carlos Alberto Aguilera y hasta algún espécimen de la Generación Cero. Nombres que pertenecen a varias generaciones. Un territorio político-filosófico-literario que se despliega hacia cardinales de incesantes huidas estéticas y geográficas, y que necesita, incluso consiguiendo también lo contrario, no pertenecer. Desde una posición activa y exorbitada por lo atractivo del monstruo (criatura viva, rabiosa, tan enferma como bella), Irina Garbatzky ordena, archiva, devora y regurgita toda esa literatura oriental en forma de inmensa bola kafkiana. 

Legna Rodríguez Iglesias