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Relato autobiográfico

 

 

 

Diario de un albañil

¿Es imposible que un albañil escriba un diario?

Incluso en los sectores más sensibles de nuestra sociedad hay una noción extendida de que la cuchara y el fratacho embrutecen. Y de que quien pone el lomo no pone la cabeza. Una respuesta podría ser aquella famosa frase de Menotti: “creer que al fútbol se juega con los pies es como creer que al ajedrez se juega con las manos”.

Leer a Mario Castells es muy parecido a conversar con él: una invitación a una enciclopedia con tapas de hormigón armado. Sus libros, a pesar de ser distintos entre sí, no dejan sin tocar ningún tópico de la cosmovisión castellsiana: el amor, el buen comer, la relación de tensión con la academia, lo paraguayo y lo guaraní. Lo lumpen y lo trosko. La semilla de maldad como consecuencia justificada por el resentimiento de clase.

¡Agarrá la pala!, gritan los voceros de la reacción ante cualquier trabajador que se amotina. Diario de un albañil, más que desfile de personajes o construcción coral, da cuenta de una tensión permanente entre los deseos postergados y la realidad, cruda y alienante. Castells agarra la pala, como impelen zánganos y alcahuetes, pero lo hace para repartir palazos. Alea jacta est.

 

 

Mario Castells nació en Rosario (Santa Fe) en 1975. Publicó el ensayo Rafael Barrett, el humanismo libertario en el Paraguay de la era liberal (en colaboración con Carlos Castells, 2010), el poemario Fiscal de sangre (firmado con el heterónimo Juan Ignacio Cabrera, La Pulga Renga, 2011), la nouvelle El mosto y la queresa (EMR; Rosario, 2012; 2da. ed. 2016), la crónica Trópico de Villa Diego (EMR, 2014) y Apparatchiks (Caballo negro, 2018).

 

 

Diario de un albañil, Mario Castells

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Incluso en los sectores más sensibles de nuestra sociedad hay una noción extendida de que la cuchara y el fratacho embrutecen. Y de que quien pone el lomo no pone la cabeza. Una respuesta podría ser aquella famosa frase de Menotti: “creer que al fútbol se juega con los pies es como creer que al ajedrez se juega con las manos”.

Leer a Mario Castells es muy parecido a conversar con él: una invitación a una enciclopedia con tapas de hormigón armado. Sus libros, a pesar de ser distintos entre sí, no dejan sin tocar ningún tópico de la cosmovisión castellsiana: el amor, el buen comer, la relación de tensión con la academia, lo paraguayo y lo guaraní. Lo lumpen y lo trosko. La semilla de maldad como consecuencia justificada por el resentimiento de clase.

¡Agarrá la pala!, gritan los voceros de la reacción ante cualquier trabajador que se amotina. Diario de un albañil, más que desfile de personajes o construcción coral, da cuenta de una tensión permanente entre los deseos postergados y la realidad, cruda y alienante. Castells agarra la pala, como impelen zánganos y alcahuetes, pero lo hace para repartir palazos. Alea jacta est.

 

 

Mario Castells nació en Rosario (Santa Fe) en 1975. Publicó el ensayo Rafael Barrett, el humanismo libertario en el Paraguay de la era liberal (en colaboración con Carlos Castells, 2010), el poemario Fiscal de sangre (firmado con el heterónimo Juan Ignacio Cabrera, La Pulga Renga, 2011), la nouvelle El mosto y la queresa (EMR; Rosario, 2012; 2da. ed. 2016), la crónica Trópico de Villa Diego (EMR, 2014) y Apparatchiks (Caballo negro, 2018).