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Relatos

 

 

 

Cinco historias de una inválida imprudente y un poema para no perder la dignidad

El texto de Lucrecia reboza de esas enormes ganas de que le pasen cosas y explica cómo una supuesta inconciencia sobre los posibles “costos” de su audacia es necesaria para sostener la acción frente a un medio que permanentemente le reclama un sobre/hiper-cuidado de sí como parte de un gesto tranquilizador sobre lxs otrxs. Un entorno que imprime el subtexto de que si le ocurre algún accidente este será siempre computado como parte de una suerte de culpa pública o compartida; como si la vulnerabilidad de un cuerpo tullido hiperexpuesto señalara una responsabilidad social de la que nadie quiere hacerse cargo, a pesar de que ella no les pida de ningún modo que lo hagan (más bien todo lo contrario). Las solidaridades sobre la circulación y la exposición por fuera de las formas de la deuda son de sus amigas, que (incluso sin compartir esa pasión por la colección de anécdotas) están dispuestas a la complicidad con una vida transitada en sus propios términos.

Los relatos nos legan un vínculo con la peligrosidad como modo adrenalínico de conquistar y redefinir la ficción de la autonomía. Se propone un vínculo trazado de manera completamente reactiva a las formas en las que la normalidad se plantea la consecución de la autonomía (propiedad, posesión, autocontrol, superación, construcción atomística y unificada del yo). Frente a estas ficciones de autonomía Lucrecia construye las propias, el texto muestra cómo ser “dueña de sí” es para ella muchas veces tener la posibilidad de perderse, de abandonar la certeza, de entregarse a la deriva, de vincularse con el mundo de manera intensa e inesperada, de ser objeto de deseo.

En esta forma de autonomía la herida no se actualiza ni como superación ni como resentimiento ante el fracaso de “hacerse a sí misma”, sino que se transforma en una actitud estética y política. (...)

El “espacio seguro” entonces deja de ser un espacio con pretensiones puristas, horizontal, de diversa cordialidad lisifriendly para emerger como un espacio mucho más opaco, contradictorio, peliagudo, de disputas sobre las miradas y el deseo. Más como la vida. Mucho más situado, personal y político, donde las experiencias de seguridad no son transferibles. De hecho para Lucrecia, Capital Federal (la ciudad más salvaje y endiablada del país, que pone todas mis fobias de punta cuando estoy entrando) aparece como lugar de acogida.

Finalmente en palabras de Lucrecia este libro es: un relato fragmentado por el recuerdo de aventuras, imprudencias y fortunas místicas que orbitan entre Córdoba y Buenos Aires. Parte diario íntimo, parte declaración de principios lisiados escribo este relato como testimonio vivo de mi fracaso constante como discapacitada inspiracional. Con estas crípticas palabras abandono a mis lectores con la consigna de adivinar finalmente ¿por qué era que no me andaban las piernas?

Fragmento del prólogo de Camila Arbuet

 

 

 

 

 

María Lucrecia Gómez Boschetti, nació en 1992 en Córdoba capital. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras (Letras modernas), y en la Facultad de Artes (Cine y TV) de la UNC. Desde chica se interesó en escribir desde su perspectiva lisiada (dentro de lo que su motricidad fina se lo permitió). La mayoría de su producción toma forma de ensayos y poesía publicados en revistas y publicaciones de nicho, y abarcan temas como la sexualidad, el urbanismo y la discapacidad.

Cinco historias de una inválida imprudente y un poema para no perder la dignidad, María Lucrecia Gómez Boschetti

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Cinco historias de una inválida imprudente y un poema para no perder la dignidad

El texto de Lucrecia reboza de esas enormes ganas de que le pasen cosas y explica cómo una supuesta inconciencia sobre los posibles “costos” de su audacia es necesaria para sostener la acción frente a un medio que permanentemente le reclama un sobre/hiper-cuidado de sí como parte de un gesto tranquilizador sobre lxs otrxs. Un entorno que imprime el subtexto de que si le ocurre algún accidente este será siempre computado como parte de una suerte de culpa pública o compartida; como si la vulnerabilidad de un cuerpo tullido hiperexpuesto señalara una responsabilidad social de la que nadie quiere hacerse cargo, a pesar de que ella no les pida de ningún modo que lo hagan (más bien todo lo contrario). Las solidaridades sobre la circulación y la exposición por fuera de las formas de la deuda son de sus amigas, que (incluso sin compartir esa pasión por la colección de anécdotas) están dispuestas a la complicidad con una vida transitada en sus propios términos.

Los relatos nos legan un vínculo con la peligrosidad como modo adrenalínico de conquistar y redefinir la ficción de la autonomía. Se propone un vínculo trazado de manera completamente reactiva a las formas en las que la normalidad se plantea la consecución de la autonomía (propiedad, posesión, autocontrol, superación, construcción atomística y unificada del yo). Frente a estas ficciones de autonomía Lucrecia construye las propias, el texto muestra cómo ser “dueña de sí” es para ella muchas veces tener la posibilidad de perderse, de abandonar la certeza, de entregarse a la deriva, de vincularse con el mundo de manera intensa e inesperada, de ser objeto de deseo.

En esta forma de autonomía la herida no se actualiza ni como superación ni como resentimiento ante el fracaso de “hacerse a sí misma”, sino que se transforma en una actitud estética y política. (...)

El “espacio seguro” entonces deja de ser un espacio con pretensiones puristas, horizontal, de diversa cordialidad lisifriendly para emerger como un espacio mucho más opaco, contradictorio, peliagudo, de disputas sobre las miradas y el deseo. Más como la vida. Mucho más situado, personal y político, donde las experiencias de seguridad no son transferibles. De hecho para Lucrecia, Capital Federal (la ciudad más salvaje y endiablada del país, que pone todas mis fobias de punta cuando estoy entrando) aparece como lugar de acogida.

Finalmente en palabras de Lucrecia este libro es: un relato fragmentado por el recuerdo de aventuras, imprudencias y fortunas místicas que orbitan entre Córdoba y Buenos Aires. Parte diario íntimo, parte declaración de principios lisiados escribo este relato como testimonio vivo de mi fracaso constante como discapacitada inspiracional. Con estas crípticas palabras abandono a mis lectores con la consigna de adivinar finalmente ¿por qué era que no me andaban las piernas?

Fragmento del prólogo de Camila Arbuet

 

 

 

 

 

María Lucrecia Gómez Boschetti, nació en 1992 en Córdoba capital. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras (Letras modernas), y en la Facultad de Artes (Cine y TV) de la UNC. Desde chica se interesó en escribir desde su perspectiva lisiada (dentro de lo que su motricidad fina se lo permitió). La mayoría de su producción toma forma de ensayos y poesía publicados en revistas y publicaciones de nicho, y abarcan temas como la sexualidad, el urbanismo y la discapacidad.