Poesía
Alborada del canto
Se trata, en el mejor sentido de las palabras, de un libro de juventud (era la juventud / blanco vaso volcado…) que inicia con lucidez el sendero de una poética, la alborada de un canto, y prefigura las temáticas de su obra posterior: la presencia del agua, la luz, el paisaje natural nunca ajeno al espesor de lo humano, y también la ciudad y el acontecer de su tiempo, como si Beatriz Vallejos, apenas salida de su adolescencia, hubiese tejido un entramado sobre el que iría tensando su escritura, donde todo parece estar en suspenso, a la espera del advenimiento.
Fue un libro feliz: obtuvo el premio de la biblioteca Mariano Moreno de Santa Fe –espacio vital en su formación– y lo acompañaron las ilustraciones de Leónidas Gambartes cuando su autora tenía apenas 22 años. Su lectura, más allá del valor en sí misma, alumbrará los itinerarios recorridos en la búsqueda rigurosa de un lenguaje que destelle y se despoje de toda vanidad en íntima y singular vibración.
Celia Fontán
Seguimos el vuelo de una paloma con la mirada: la vemos embelesarse en el encantamiento de la inocencia, obstinarse en el temor, en el cielo tempestuoso del deseo, y finalmente –bien en lo alto– la vemos triunfar en el vigor de la certeza. ¿Puede la ilusión ser una certeza? La poesía de Beatriz Vallejos nos demuestra que sí. Existe una blancura generosa que es la posibilidad de cada día. Vallejos sabía rastrear y amplificar esta posibilidad; sabía escuchar el compás de la naturaleza, la voz secreta del río. En este libro las vibraciones del espíritu no resuenan en el paisaje sino que son el paisaje. Frenesí de pétalos incipientes; fortaleza inagotable del viento; bruma del ensueño. Este es el canto del anhelo adolescente por llegar a ser, donde la incertidumbre se convierte en esperanza.
Julia Enriquez
Beatriz Vallejos nació en Santa Fe en 1922 y falleció en Rosario en 2007. Alternó su actividad poética con la plástica. Publicó Alborada del canto (1945), Cerca pasa el río (1952), La rama del seibo (1963), El collar de arena (Colmegna, Santa Fe, 1980), Espiritual del límite (La Ventana, Rosario, 1980), Pequeñas azucenas en el patio de marzo (Juglaría, Rosario, 1985), Anfora de Kiwi (Juglaría, Rosario, 1985), Horario corrido (Juglaría, Rosario, 1985), Lectura en el bambú (Fundación Banco Bica, Santa Fe, 1987), Sin evasión (Delanada, Santa Fe, 1992), Donde termina el bosque (Del Taller, Rosario, 1993), Del río de Heráclito, (edición de la autora, Santa Fe, 1999), entre otros libros.
Alborada del canto, Beatriz Vallejos
Poesía
Alborada del canto
Se trata, en el mejor sentido de las palabras, de un libro de juventud (era la juventud / blanco vaso volcado…) que inicia con lucidez el sendero de una poética, la alborada de un canto, y prefigura las temáticas de su obra posterior: la presencia del agua, la luz, el paisaje natural nunca ajeno al espesor de lo humano, y también la ciudad y el acontecer de su tiempo, como si Beatriz Vallejos, apenas salida de su adolescencia, hubiese tejido un entramado sobre el que iría tensando su escritura, donde todo parece estar en suspenso, a la espera del advenimiento.
Fue un libro feliz: obtuvo el premio de la biblioteca Mariano Moreno de Santa Fe –espacio vital en su formación– y lo acompañaron las ilustraciones de Leónidas Gambartes cuando su autora tenía apenas 22 años. Su lectura, más allá del valor en sí misma, alumbrará los itinerarios recorridos en la búsqueda rigurosa de un lenguaje que destelle y se despoje de toda vanidad en íntima y singular vibración.
Celia Fontán
Seguimos el vuelo de una paloma con la mirada: la vemos embelesarse en el encantamiento de la inocencia, obstinarse en el temor, en el cielo tempestuoso del deseo, y finalmente –bien en lo alto– la vemos triunfar en el vigor de la certeza. ¿Puede la ilusión ser una certeza? La poesía de Beatriz Vallejos nos demuestra que sí. Existe una blancura generosa que es la posibilidad de cada día. Vallejos sabía rastrear y amplificar esta posibilidad; sabía escuchar el compás de la naturaleza, la voz secreta del río. En este libro las vibraciones del espíritu no resuenan en el paisaje sino que son el paisaje. Frenesí de pétalos incipientes; fortaleza inagotable del viento; bruma del ensueño. Este es el canto del anhelo adolescente por llegar a ser, donde la incertidumbre se convierte en esperanza.
Julia Enriquez
Beatriz Vallejos nació en Santa Fe en 1922 y falleció en Rosario en 2007. Alternó su actividad poética con la plástica. Publicó Alborada del canto (1945), Cerca pasa el río (1952), La rama del seibo (1963), El collar de arena (Colmegna, Santa Fe, 1980), Espiritual del límite (La Ventana, Rosario, 1980), Pequeñas azucenas en el patio de marzo (Juglaría, Rosario, 1985), Anfora de Kiwi (Juglaría, Rosario, 1985), Horario corrido (Juglaría, Rosario, 1985), Lectura en el bambú (Fundación Banco Bica, Santa Fe, 1987), Sin evasión (Delanada, Santa Fe, 1992), Donde termina el bosque (Del Taller, Rosario, 1993), Del río de Heráclito, (edición de la autora, Santa Fe, 1999), entre otros libros.
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