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Entre lenguas y mundos

«Por la vida agradable que me esfuerzo en crear para los alumnos durante su estadía en la escuela, por los buenos sentimientos y los conocimientos modestos que intento desarrollar en ellos, por el amor por la naturaleza y la agricultura que me esfuerzo en proveerles, espero poder llegar a la formación rápida de una nueva generación de colonos, tal como los desea la sociedad: laboriosos, probos, con vínculos con su nuevo Estado y sin contar para vivir con más que el producto de su propio trabajo», escribe Josep Sabah, maestro de escuela, un 12 de diciembre de 1896. Entre esos alumnos podemos imaginar los ojos curiosos del niño Alberto Gerchunoff, llegado a esas colonias a los siete años sin hablar castellano: en esas aulas entró, al mismo tiempo, a una lengua y a un mundo nuevos.

Entre lenguas y mundos reúne las cartas escritas por el maestro Sabah a lo largo de veintiocho años. Fueron enviadas desde Entre Ríos y Santa Fe a sus superiores de la Jewish Colonization Association y la Alliance Israélite Universelle, organizaciones que apoyaron la migración hacia las Américas de los judíos que huían de la violencia del imperio ruso, fundaron colonias agrícolas y aportaron los esquemas educacionales y los maestros para sus escuelas. Preservadas en el archivo de la Alliance en París, escritas en francés y traducidas para esta edición, estas cartas ven ahora la luz abriéndonos una fascinante ventana a la vida en las colonias entre fines del siglo XIX y principios del XX.

Nacido en Smyrna, donde recibió su primera formación, completada en la Escuela Normal Oriental de París, Sabah relata su llegada a la Argentina, su trabajo en las escuelas y la vida cotidiana en el Litoral. Entre lo que dice y lo que nos permite vislumbrar entre líneas, el texto brinda, discretamente, el testimonio de toda una vida: a medida que pasa el tiempo se casa, tiene hijos y se instala en la región, imaginando para su descendencia un futuro argentino. Su escritura simple y delicada nos transmite, tanto en los momentos de felicidad como en los de desdicha, la confianza en el trabajo bien hecho y el testimonio de su porvenir. Como señala Mónica Szurmuk: «A través de Sabah entramos a un mundo perdido, pero cuyos ideales y esperanzas —el valor de la educación, la fe en la igualdad, la creencia en el valor ético de la docencia— compartimos todavía».

 

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«Por la vida agradable que me esfuerzo en crear para los alumnos durante su estadía en la escuela, por los buenos sentimientos y los conocimientos modestos que intento desarrollar en ellos, por el amor por la naturaleza y la agricultura que me esfuerzo en proveerles, espero poder llegar a la formación rápida de una nueva generación de colonos, tal como los desea la sociedad: laboriosos, probos, con vínculos con su nuevo Estado y sin contar para vivir con más que el producto de su propio trabajo», escribe Josep Sabah, maestro de escuela, un 12 de diciembre de 1896. Entre esos alumnos podemos imaginar los ojos curiosos del niño Alberto Gerchunoff, llegado a esas colonias a los siete años sin hablar castellano: en esas aulas entró, al mismo tiempo, a una lengua y a un mundo nuevos.

Entre lenguas y mundos reúne las cartas escritas por el maestro Sabah a lo largo de veintiocho años. Fueron enviadas desde Entre Ríos y Santa Fe a sus superiores de la Jewish Colonization Association y la Alliance Israélite Universelle, organizaciones que apoyaron la migración hacia las Américas de los judíos que huían de la violencia del imperio ruso, fundaron colonias agrícolas y aportaron los esquemas educacionales y los maestros para sus escuelas. Preservadas en el archivo de la Alliance en París, escritas en francés y traducidas para esta edición, estas cartas ven ahora la luz abriéndonos una fascinante ventana a la vida en las colonias entre fines del siglo XIX y principios del XX.

Nacido en Smyrna, donde recibió su primera formación, completada en la Escuela Normal Oriental de París, Sabah relata su llegada a la Argentina, su trabajo en las escuelas y la vida cotidiana en el Litoral. Entre lo que dice y lo que nos permite vislumbrar entre líneas, el texto brinda, discretamente, el testimonio de toda una vida: a medida que pasa el tiempo se casa, tiene hijos y se instala en la región, imaginando para su descendencia un futuro argentino. Su escritura simple y delicada nos transmite, tanto en los momentos de felicidad como en los de desdicha, la confianza en el trabajo bien hecho y el testimonio de su porvenir. Como señala Mónica Szurmuk: «A través de Sabah entramos a un mundo perdido, pero cuyos ideales y esperanzas —el valor de la educación, la fe en la igualdad, la creencia en el valor ético de la docencia— compartimos todavía».