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Poesía

 

 

 

Vida de un gemelo

Hay dos: el que habla y el otro, el gemelo. El primero es un Goliadkin como el de Dostoievski, pero no enloquece al enfrentarse con su doble, sino que lo asume, lo cuida y lo odia amorosamente como a un niño maldito y sabio. Ese gemelo es su siamés: no hay separación posible sin desgarro, por eso hay que comer y dormir con él, salvarle la vida en la calle, dar vuelta las páginas del libro que lee, soportar su voz demente y su mirada desmembrada del mundo: cartílagos, órganos, engranajes, objetos, carne y materia flotando en el vacío de una galaxia que nadie es capaz de explicar.

Los episodios que arman la falsa biografía compartida de Vida de un gemelo son absurdos, alucinantes, nostálgicos. Cada tanto uno sonríe en la lectura, pero sabe que si desviara la mirada hacia el espejo vería una boca de dientes podridos, riéndose también: la de su propio gemelo.

Eleonora Fluxá

 

 

Santiago Venturini nació en Esperanza (Santa Fe) en 1981. Es doctor en letras, profesor universitario y traductor eventual. Publicó El exceso (Torremozas, 2008),  El espectador (Gog y Magog, 2012), En la colonia agrícola (Iván Rosado, 2016).

 

 

Vida de un gemelo, Santiago Venturini

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Vida de un gemelo

Hay dos: el que habla y el otro, el gemelo. El primero es un Goliadkin como el de Dostoievski, pero no enloquece al enfrentarse con su doble, sino que lo asume, lo cuida y lo odia amorosamente como a un niño maldito y sabio. Ese gemelo es su siamés: no hay separación posible sin desgarro, por eso hay que comer y dormir con él, salvarle la vida en la calle, dar vuelta las páginas del libro que lee, soportar su voz demente y su mirada desmembrada del mundo: cartílagos, órganos, engranajes, objetos, carne y materia flotando en el vacío de una galaxia que nadie es capaz de explicar.

Los episodios que arman la falsa biografía compartida de Vida de un gemelo son absurdos, alucinantes, nostálgicos. Cada tanto uno sonríe en la lectura, pero sabe que si desviara la mirada hacia el espejo vería una boca de dientes podridos, riéndose también: la de su propio gemelo.

Eleonora Fluxá

 

 

Santiago Venturini nació en Esperanza (Santa Fe) en 1981. Es doctor en letras, profesor universitario y traductor eventual. Publicó El exceso (Torremozas, 2008),  El espectador (Gog y Magog, 2012), En la colonia agrícola (Iván Rosado, 2016).