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Por nuestra cuenta Por nuestra cuenta es la Biblia de los sintomáticos. Y Judi Chamberlin es nuestra santa diabólica. La guía espiritual de una religión de los inadecuados. Una figura desbordante: para todos y para nadie. Vela por todos aquellos que no encajamos en este mundo. Amiga de personas rotas, bruxistas, nihilistas, pertenecientes a la Juventud Psíquika, borrachas, tristes, aguafiestas, bipolares, brujas, dementes, maníacas, incorrectas, no incluidas en esta clasificación, desviadas, impostoras, delirantes, dibujadas con un pincel histérico de pelo de perro perdido, erroristas, insomnes, rabiosas, infelices, que se quejan como locas, apáticas, resentidas, apasionadas, brutales, etcétera, oidoras de voces, odiadoras de luces, visionarias, borderlines, drogadictas, colapsadas, anónimas, improbables, innumerables, vergonzosas, que acaban de romper el closet de la salud mental, soñadoras, fracasadas, desesperadas, que de lejos parecen normales. 

 

El asombro de esta taxonomía es el encanto exótico de un nuevo movimiento en salud mental. Una comunidad entre anomalías salvajes: entre quienes hicimos un pacto con el diablo y no tenemos nada que esperar de nadie en ninguna parte. Judi Chamberlin es el ángel contracultural de nuestras rebeldías.

 

Judi Chamberlin nació en 1944. Fue una activista estadounidense, feminista y superviviente de la psiquiatría. A los 21 años un aborto espontáneo la llevó a una tristeza profunda. Luego de varios ingresos voluntarios en distintos centros psiquiátricos, se le diagnosticó esquizofrenia y se la envió contra su voluntad a un manicomio. Como paciente forzada sufrió diferentes abusos y violencias. Tras salir del encierro, se convirtió en una de las principales animadoras de los activismos radicales en salud mental. Integró el Frente de Liberación de Pacientes Mentales, entre otros colectivos impulsores de las luchas de pacientes, ex usuarios y supervivientes de la psiquiatría. Acuñó el término “cuerdismo” para impugnar el sistema de opresión que estigmatiza, segrega y patologiza a las personas con malestar subjetivo. Hoy es una referencia fundamental del Orgullo Loco, el activismo neurodivergente, el movimiento de la discapacidad y los Mad Studies. Murió en 2010 para transformarse en el anticristo de la salud mental.

 

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Por nuestra cuenta Por nuestra cuenta es la Biblia de los sintomáticos. Y Judi Chamberlin es nuestra santa diabólica. La guía espiritual de una religión de los inadecuados. Una figura desbordante: para todos y para nadie. Vela por todos aquellos que no encajamos en este mundo. Amiga de personas rotas, bruxistas, nihilistas, pertenecientes a la Juventud Psíquika, borrachas, tristes, aguafiestas, bipolares, brujas, dementes, maníacas, incorrectas, no incluidas en esta clasificación, desviadas, impostoras, delirantes, dibujadas con un pincel histérico de pelo de perro perdido, erroristas, insomnes, rabiosas, infelices, que se quejan como locas, apáticas, resentidas, apasionadas, brutales, etcétera, oidoras de voces, odiadoras de luces, visionarias, borderlines, drogadictas, colapsadas, anónimas, improbables, innumerables, vergonzosas, que acaban de romper el closet de la salud mental, soñadoras, fracasadas, desesperadas, que de lejos parecen normales. 

 

El asombro de esta taxonomía es el encanto exótico de un nuevo movimiento en salud mental. Una comunidad entre anomalías salvajes: entre quienes hicimos un pacto con el diablo y no tenemos nada que esperar de nadie en ninguna parte. Judi Chamberlin es el ángel contracultural de nuestras rebeldías.

 

Judi Chamberlin nació en 1944. Fue una activista estadounidense, feminista y superviviente de la psiquiatría. A los 21 años un aborto espontáneo la llevó a una tristeza profunda. Luego de varios ingresos voluntarios en distintos centros psiquiátricos, se le diagnosticó esquizofrenia y se la envió contra su voluntad a un manicomio. Como paciente forzada sufrió diferentes abusos y violencias. Tras salir del encierro, se convirtió en una de las principales animadoras de los activismos radicales en salud mental. Integró el Frente de Liberación de Pacientes Mentales, entre otros colectivos impulsores de las luchas de pacientes, ex usuarios y supervivientes de la psiquiatría. Acuñó el término “cuerdismo” para impugnar el sistema de opresión que estigmatiza, segrega y patologiza a las personas con malestar subjetivo. Hoy es una referencia fundamental del Orgullo Loco, el activismo neurodivergente, el movimiento de la discapacidad y los Mad Studies. Murió en 2010 para transformarse en el anticristo de la salud mental.